La ventana entreabierta dejaba que los tenues rayos de sol matinales se filtrasen. Con parsimonia, me acerqué para ver el cielo azul...Nublado. Un cielo gris se alzaba sobre la ciudad, mostrándola triste, calmada, melancólica. Quizás hasta los edificios se compadecían de mí. Cansada de todo, cerré la ventana con fuerza, dejando la habitación completamente a oscuras y con ella mi ojos.
Pi,pi,pi,pi
Abrí los ojos alarmada por el incesante ruido que retumbaba en mi cabeza como un eco. Alargué mi mano hacia el despertador mientras me repetía una y otra vez que solo había sido un sueño. Sonreí adormecida al notar tu mano en mi cintura, acercándome hacia ti y, sin pensarlo dos veces, me refugié en tu pecho como si realmente te hubieras ido en alguna ocasión.
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