La Luna me respondió con una tenue sonrisa, que me olvidara de todo, que dejara de soñar con cuentos de hadas. Que duré en la mente de mi príncipe azul lo que dura el tic-tac de un reloj sin cuerda, que la vida no espera por nadie y que ya perdí la partida antes de empezarla.
Entonces, le contesté la verdad, y solo la verdad. Que ya no podía hacer nada, que era demasiado tarde para evitar lo ocurrido. Que soy tuya y tú no eres mío, que todo fue en vano.
Él está bien, él es feliz-me confesó tras observarte y yo sonreí, simplemente sonreí... No encontraba las palabras para el final de mi cuento, el cual comienza por intentar olvidarte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario