Atención: Esto no es un blog que busque entretener o ser la sensación de momento, es simplemente un espacio en el que escribo lo que pienso o siento por lo que, ni tú estás en la obligación de leerlo ni yo de escribir algo para lectura ajena.

sábado, 4 de diciembre de 2010

Y todo acabó. No teníamos nada que decirnos, nada de que hablar, ni por lo que reír, ningún sueño por el que luchar. El calor se había extinguido al igual que ese cosquilleo que me invadía al notar tu mirada sobre mí, tus labios sobre los míos, tus manos por mi piel... Ya no queda nada más que el recuerdo lejano de un amor que, en su día, fue perfecto -o al menos lo parecía- y que hoy, no es más que un retrato en tercera persona de lo que sentí. Nada es eterno ni lo suficientemente fuerte para durar una vida.

Cuando decidí marcharme aquella noche, con sigilosos pasos, de tu vida, no pensé que me resultaría tan fácil no extrañarte. Me da miedo pensar que realmente no fuiste nada para mí ¿Lo fuíste? No lo sé. Cuando pienso en tí te recuerdo como un amigo más, como alguien en quien confié, alguien al que le tenía mucho cariño, del que creía estar enamorada ¿Lo estaba? Si realmente lo estuve, no hubo razón para que todo terminase.

No busco más que sincerarme conmigo misma, no quiero hacerte daño ni reabrir viejas heridas. Solo quería decirte que si me marché fue solo culpa mía, tal vez un error pero del cual no me arrepiento. ¿Qué es de tu vida? La mía no está mejor ni peor, solo diferente. Eso era justo lo que necesitaba, romper la rutina en la que me habías sometido. Ahora soy más yo y menos tú. Creo que todo fue por haber dejado de lado las peleas, las reconciliaciones, la pasión. ¿Dónde fue a parar todo eso? Eso es justo lo que estoy buscando, nuestro amor y espero encontrarlo algún día, perdida entre las sábanas de algún otro, dándome así cuenta del error que cometí al dejarte marchar y lo tarde que es para recuperarte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario