Tenía el álbum apoyado en su regazo. Sus manos acariciaban lentamente y con sumo cariño la rugosa cubierta. Ese pequeño trozo de árbol elaborado guardaba un trocito de cada momento especial de su vida-la cual apenas había comenzado-que ella consideró realmente importante.
La brisa agitaba su larga falda plisada y mecía con dulzura sus cabellos, acariciándolos, disfrutando de su dulce aroma como si quisiera despertar los celos del Sol, el cual oculto por las nubes, no podía acariciar la suave piel de la chica.
-Es el momento...-susurró una voz a su espalda haciéndola sobresaltarse. Sabía que ese momento llegaría pero albergaba la esperanza de que el reloj se detuviera dándole unos pocos segundos más de libertad.
El chico postrado a su espalda con aquel porte rozando la perfección con la punta de los dedos. En todo el tiempo que habían estado juntos, el cual no fue poco, no logró descubir ni una sola imperfección en su inmaculado rostro y cuerpo.
-Aún tienes tiempo de arrepentirte-dijo acercándose a ella, albergando esa esperanza de que ella no cediera al cambio. Rodeó la cintura por lo que Nalla se sintió embriagada por aquella sensación de protección como cada vez que él estaba cerca.
-No, llegó el momento del para siempre-musitó la chica con una sonrisa, capturando una de las masculinas manos entre las suyas-Por sin tendré el final feliz que quería.
Era sincera y su voz no tembló al decírlo. El vampiro sonrió como única respuesta y se dejó guiar por la única persona a la que había amado, la única que le devolvió su alma perdida mostrándole que en la vida no siempre había una sola opción que tomar...
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